âY llevarán Ia gloria y Ia honra de las naciones a ella. No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de Ia vida del Corderoâ (Apocalipsis 21:26-27).Luego Juan añade otro detalle a su descripción de la nueva Jerusalén. Por todo el interminable dÃa del estado eterno (pues allà no habrá noche) sus puertas nunca serán cerradas. En una antigua ciudad amurallada se cerraban las puertas al anochecer, a fin de impedir que entraran en la ciudad invasores, merodeadores, delincuentes y otros individuos potencialmente peligrosos, al abrigo de las tinieblas. El que no habrá noche en la eternidad, y el que las puertas de la nueva Jerusalén nunca serán cerradas, refleja la completa seguridad de la ciudad. Será un lugar de descanso, seguridad y solaz, donde el pueblo de Dios "descansará de sus trabajos" (14:13). . . .