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Habilidades para el ministerio

Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen. (Tito 1:7-9)Puesto que la predicación y la enseñanza de las Escrituras son dones espirituales que Dios otorga en su soberanía a sus siervos por medio del Espíritu Santo (Ro. 12:7; 1 Co. 12:28), y debido a que los pastores deben ser “aptos para enseñar” (1 Ti. 3:2; 2 Ti. 2:24), la conclusión clara es que todo anciano está dotado de alguna manera y comisionado por el Espíritu Santo para tal fin. La predicación y la enseñanza son aspectos imprescindibles del ministerio. Los dones relacionados con ambas cosas varían, por supuesto, así como los demás dones espirituales varían en grado de un creyente a otro; pero las Escrituras son inequívocas en el sentido de que todo anciano verdadero está equipado por intervención divina para predicar y enseñar la Palabra de Dios. El fundamento de la enseñanza efectiva de la Palabra es el entendimiento que el mismo pastor tiene de esa revelación y su obediencia a ella. El siervo de Dios debe tener una lealtad inconmovible a las Escrituras. . . .
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Pastor John MacArthur
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