La segunda pregunta u objeción que Pablo anticipa y contesta es: ¿Porqué, pues, [Dios] inculpa? porque ¿quién ha resistido a Su voluntad? En otras palabras, si Dios en Su soberanÃa de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece, ¿cómo pueden los seres humanos ser hechos responsables por sus decisiones? ¿Cómo pueden ser culpados por su incredulidad y pecado, cuando su destino ya ha sido determinado por Dios? También en este caso, el razonamiento mismo pretende impugnar la justicia y la ecuanimidad de Dios. . . .