âNinguno puede venir a MÃ, si el Padre que me envió no le trajere; y Yo le resucitaré en el dÃa postreroâ (Juan 6:44).Entonces Jesús pronunció unas de sus palabras más solemnes: âNinguno puede venir a MÃ, si el Padre que me envió no le trajereâ. Con ellas Ãl enfatizaba la inutilidad y completa incapacidad humana para responderle, en ausencia del llamamiento soberano de Dios. Los incrédulos son incapaces de ir a Jesús por su propia iniciativa (véase la explicación del v. 37 ya dada). Si Dios no atrajera irresistiblemente a los pecadores cerca de Cristo, ninguno podrÃa ir a Ãl. . . .